La familia es, y ha sido, uno de los pilares básicos sobre los que se ha sostenido la vida de cada persona. Pero como toda estructura, tiene que sostenerse, y a veces esta puede caer. Los problemas son una constante de el día a día de cada uno, y a veces estos superan a las cosas positivas. Pero todo problema tiene una solución, y cuando una familia se rompe, es muy difícil querer que sea el tiempo quien la arregle.

Hace unos días, se me dió a conocer el "Reloj de la familia", una vía para que las familias rotas pudieran ayudarse y reintegrar la felicidad en su vida. Como me explicaban, a veces los relojes internos de las personas (no quiero decir la hora a la que se despierta, si no su compás, el ritmo al que van), se descoordina respecto al de los seres de su familia y entra en conflicto con ellos. Es algo normal, las personas son personas, y por ello tienen sentimientos que hacen de sus vidas una constante línea multicurva.

Por ello éste método propone varios pasos, que llevados adecuadamente puede hacer que varios miembros que antes se encontraban separados y desorientados, se entiendan a sí mismos y entre ellos y puedan superar los conflictos. Algunos pueden ser "Perdonar", sin dejar atrás los erros y mirar a delante no se puede avanzar, o "Gratitud", hay que saber que aun hay mucho por lo que pelear y avanzar. Pero creo que entre todos ellos el que más cabe destarcar es el primero, "Disponibilidad". Como no para poder cambiar las cosas hay quedar un primer paso, que es justo lo que es éste, es el movimiento de cada persona por querer cambiar, es la acción en sí para conseguir mejorar su situación; y ésto es lo más importante para poder trabajar en algo, y es querer y hacer.

Siempre que queramos cambiar de rumbo nuestro sentido en la vida, necesitaremos ganas de ello, ganas que nos aporten energía y nos muevan de la potencia al acto; porque la vida es nuestra y de nosotros dependerá su historia. Como decía el poema Invictus:

"Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma."