El "Yo" y el "Anti-yo"

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Hace dos cientos años, el volcán Tambora entró en erupción. De entre todos los estropicios que causó, surgió una creación; una creación resultado de las personas que no pudieron salir de la Villa Diodatti a causa del volcán. Entre esas personas estaba Mary Shelley.

Dicha creación no fue ni más ni menos que la inspiración para crear y escribir Frankenstein El moderno Prometeo. ésta fue la obra más icónica de Mary Shelley, que dió paso a esa idea tan explotada del científico que crea un "casi humano". Aun así esta idea venía de antes con El hombre de arena de Hoffman, obra asentada en el romanticismo oscuro, alterego del trascendentalismo que en contra de éste, percibe el mundo desde un punto de vista imperfeccionista y pesimista. Ésta influencia llegó hasta La isla del doctor Moreau de Wells, en pleno auge de la vivisección (experimentación con animales vivos).

Ésta serie de científicos locos (más bien inducidos por el avance científico y la capacidad de "jugar a ser Dios") daban lugar a una misma creación humanoide por muchas vías posibles. La creación de mujeres autómatas, como es el caso de la película Metrópolis con María, la robot que intentaba mantener el orden, fue muy común. Los científicos también generaban un clon de sí mismos, un alterego muchas veces que mostraba la otra cara de la realidad (Como Dr. Jekyll y Mr. Hyde y El hombre invisible, cuya idea ha llegado a nuestros días en forma de superhéroes y villanos: Hulk, Dos Caras, ...). Ésta idea tuvo tanto alcance que hasta científicos reales de la época como el propio Tesla se veían motivados a crear réplicas (sin mucho existo) de humanos.
En su mayoría los seres creados solían ser incomprendidos, mantenían los dilemas y los conflictos contra la moral y la razón. Generaban en las personas un desagrado interno incomprendido, muchas veces por la representación de lo antinatural, lo antihumano (a pesar de los intentos). Así era por ejemplo, la descripción que se hacía de Mr. Hyde, un ser que te repulsaba pero sin saber por qué, pero era por ser lo malo en sí.

Si Mary Shelley viera ahora lo que ha sido de Frankenstein, quizás se sorprendería por ver como su idea, su creación, su personaje, han dado pie a tanta cultura y desarrollo. El moderno Prometeo se estudia para reflexionar acerca de la ética de la ciencia, la moral de las personas ante lo desconocido, lo incomprensible; para realizar una introspección de uno mismo, de su propio Frankenstein; para inspirarse y dar lugar a los robots de Blade Runner.
Por otro lado quizás se espantaría por la imagen que le hemos dado a Frankenstein, se preguntaría por qué James Whale le puso dos tortillos en el cuello, o por qué les denominamos monstruos, si, al menos, ningún autor de las obras de la exposición (FrankesteinEl hombre invisible, etc) lo hace. De hecho los autores resaltan más sus rasgos humanos, quizás por intentar que lo sen, porque su creación sea un éxito y no un error en el mundo en el que vivimos.

Aun así la intención de los autores era dudosa. No sabemos si querían mostrarnos su punto de vista pesimista y menguante del mundo, un mundo que rechazaba lo que no se podía explicar, lo que no era semejante a él. O que simplemente querían trasladarnos su reflexión, mostrar el choque que todos sufrimos por dentro, mostrar que no somos tan distintos a lo que nos asustamos. 

Ni si quiera psicológicamente se puede entender ésto, o más bien, se es incapaz de abarcarlo todo. La psicología no es más que un reflejo de dichos conflictos: Multitud de ramas que chocan y conectan entre sí, siendo iguales y diferentes, dilemas éticos y morales, reflexiones que nos llevan hasta la división más simple y compleja como es la del bien y el mal.

Todos esos seres de modernas novelas románticas nos acompañan hasta nuestros días, los seguimos llevando atados a nosotros, invisibles para que nadie los vea, para que no sepan cómo realmente son y somos.

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